El inicio de la Gran Depresión no pudo ser más brusco. En apenas seis días, a finales de octubre de 1929, la Bolsa de Nueva York se hundió estrepitosa e inesperadamente. El crac borró de un plumazo el febril optimismo del mercado bursátil y la supuesta invulnerabilidad de la América republicana de los años veinte.
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